Salir de si hacia los otros
Tuesday, June 27, 2006
posted by Tadeo Infante @ 6:10 PM, ,
Diálogo sobre la vida
Fecundación asistida. Aborto. Células madre. Adopciones y Sida. Eutanasia. Los límites de la investigación. El encuentro posible entre ciencia y ética cristiana. El largo diálogo entre el cardenal Carlo Maria Martini y el profesor Ignazio Marino, que publicamos más abajo, apareció en el número 16/2006 del semanario italiano L'espresso del 21 de abril del presente año. Agradecemos la gentileza de dicho medio por permitir que Mensaje lo reproduzca*.
El cardenal Carlo Maria Martini, de 79 años, jesuita, gran especialista en Sagrada Escritura, fue arzobispo de Milán desde el año 1979 al 2002. Ahora vive en Jerusalén donde ha retomado sus estudios bíblicos. El profesor Ignazio Marino, científico y experto en bioética de fama internacional, católico, es director del Centro de transplantes del Jefferson Medical College de Filadelfia. El pasado 10 de abril fue elegido senador en Italia, representante independiente del Partido Democrático de Izquierda. Sobre los temas tocados en esta conversación, Martini raramente se había expresado en el pasado. Incluso en los primeros meses de 2005, cuando en Italia la discusión pro y contra la ley que regula la fecundación artificial fue muy viva y la jerarquía de la Iglesia se pronunció con fuerza, él permaneció en silencio. Aquí, en cambio, habla sobre estos temas por primera vez de un modo amplio. Ha ideado y realizado el diálogo entre el cardenal Martini y el profesor Marino —y ha editado la publicación para L'espresso— Daniela Minerva.
— Carlo Maria Martini: Querido profesor Marino, he leído con mucho interés y participación su libro Creer y curar. Me ha impresionado, por una parte, su amor por la profesión médica y su predominante interés por el enfermo y, por otra, su objetividad de juicio, su equilibrio al tratar problemas de frontera, allí donde las exigencias médicas se encuentran con las exigencias éticas y a veces parecen oponerse a ellas. He visto cómo usted no quiere renunciar ni a su objetividad profesional de médico ni a su conciencia de hombre y también de creyente. Todo esto me parece muy importante para ese 'diálogo sobre la vida' que interesa justamente tanto a nuestros contemporáneos, sobre todo en aquellos casos límite en los que las audacias de la ciencia y de la técnica despiertan, de una parte, asombro y gratitud y, de la otra, suscitan preocupación por la especie humana y su dignidad. Todo esto hace necesario y urgente un 'diálogo sobre la vida' que no parta de preconceptos o de posiciones prejuiciadas sino que sea abierto y libre y, al mismo tiempo, respetuoso y responsable. — Ignazio Marino: También yo veo muchas razones para un diálogo objetivo, en profundidad y sincero sobre el tema de la vida humana. Vivimos de hecho un momento histórico particular, en el cual el progreso científico ha revolucionado la posición del ser humano respecto a la vida, la enfermedad y la muerte. Hoy, a diferencia de ayer, se puede nacer de muchos modos diversos, se puede ser sanado con terapias extraordinarias y mantenido por largo tiempo, en una sala de reanimación, en un estado que puede ser llamado 'vida' simplemente desde el punto de vista de las funciones fisiológicas. La muerte cada vez más es considerada como un evento excepcional por evitar y no el fin natural que alcanza inevitablemente toda vida humana.Estos cambios influencian no solo el curso de nuestra existencia sino también el modo de concebir la vida, la enfermedad y la muerte. Por eso no es posible ignorar las innumerables cuestiones éticas que emergen de los continuos cambios ligados a las nuevas tecnologías y a las posibilidades que la ciencia pone a disposición de los hombres. El diálogo sobre estos temas y la confrontación entre hombres de diversa formación y con diferentes roles al interior de la sociedad, pueden contribuir a la circulación de ideas y posiciones dirigidas a identificar puntos de encuentro y no de división. En temas tan delicados se corre el riesgo de caer en fáciles contraposiciones e instrumentalizaciones que no traen ninguna ventaja, salvo la de crear fracturas en la sociedad. En cambio, si el razonamiento es conducido honestamente y con espíritu de sincera apertura, es posible determinar cursos comunes o por lo menos no demasiado divergentes.
El inicio de la vida
— Martini: Estoy plenamente de acuerdo con sus premisas. Allí donde se crean, por el progreso de la ciencia y de la técnica, zonas de frontera o zonas grises, donde no es de inmediato evidente cuál sea el verdadero bien del hombre y de la mujer, de este individuo o de la humanidad entera, es una buena regla ante todo abstenerse de juzgar apresuradamente y, después, discutir con serenidad, de manera de no crear inútiles divisiones. Pienso que podríamos iniciar algún experimento de un similar diálogo partiendo por el inicio de la vida y en particular por esa práctica, hoy cada vez más común, que se llama 'fecundación terapéuticamente asistida' y por el destino de los embriones que son utilizados con este objetivo. Sobre esto hay no pocas divergencias de pareceres y también incertidumbres de vocabulario y de práctica. ¿Puede aclarar un poco este punto, sobre la base de su competencia? — Marino: Hoy es posible crear una vida en probeta, recurriendo a la fecundación artificial. En presencia de problemas de fertilidad de una pareja, la fecundación artificial puede servir al objetivo de completar una familia con un hijo. No obstante, esta práctica se ha difundido en Italia y en muchos otros países del mundo sin una regulación prevista por la ley. La ciencia y sus aplicaciones médicas han progresado más rápidamente que los legisladores y, por este motivo, ahora debemos hacer frente al problema de miles de embriones humanos congelados y conservados en los frigoríficos de las clínicas para la infertilidad, sin que se haya decidido cuál deberá ser su destino. La actual ley italiana, para evitar perpetuar la producción de embriones de reserva que no son utilizados, ha elegido una vía simplista: crear solo tres a la vez e implantarlos todos en el útero de la mujer. Pero este número, si se razona sobre una base científica, debería ser flexible y determinado caso por caso, según las condiciones médicas de la pareja. Pero la ciencia viene en ayuda para sugerir alternativas a la creación y al congelamiento de los embriones. Existen tecnologías más sofisticadas que las usadas hoy, que prevén congelar no el embrión sino el ovocito en la etapa de los dos pronúcleos, es decir, en el momento en que los dos pares del cromosoma, el femenino y el masculino, siguen estando todavía separados y todavía no se ha formado una nueva cadena del ADN. En esta fase no es posible saber qué camino tomarán las células en el momento en que empezarán a reproducirse: podrían dar origen a un niño como a dos gemelos monocigóticos. No hay embrión, no hay un nuevo patrimonio genético y, por lo tanto, no hay un nuevo individuo. Desde el punto de vista biológico no hay una nueva vida. Para quien tiene una fe ¿podemos entonces pensar que no la hay tampoco desde el punto de vista espiritual y, por tanto, que no existan problemas al evaluar la idea de seguir este camino?
— Martini: Entiendo cuánto estos hechos angustian a muchas personas, sobre todo a aquellas más sensibles a los problemas éticos. Y, al mismo tiempo, estoy convencido de que los procesos de la vida, y por tanto también aquellos de la transmisión de la vida, forman un continuo en el cual es difícil individualizar los momentos de un verdadero y propio salto cualitativo. Esto hace que cuando se trata de la vida humana desde sus inicios, exista un gran respeto y una gran reserva frente a todo lo que, de alguna manera, la manipula o la podría instrumentalizar. Pero esto no quiere decir que no se puedan identificar momentos en los que no aparece todavía algún signo de vida humana definible individualmente. Me parece este el caso que usted propone, el ovocito en el estadio de los dos pronúcleos. En este caso me parece que la regla general del respeto puede conjugarse con aquel tratamiento técnico que usted sugiere. Me parece también que lo que usted está proponiendo permitiría la superación del rechazo a toda forma de fecundación artificial que está aún presente en no pocos ambientes y que produce una divergencia dolorosa entre la práctica admitida comúnmente por la gente y también sancionada por la ley y la actitud —al menos teórica— de muchos creyentes. En todo caso, creo oportuno hacer una distinción entre fecundación homóloga y fecundación heteróloga. Pero me parece que un rechazo radical a toda forma de fecundación artificial está basado sobre todo en el problema de la suerte de los embriones. En la propuesta que usted ha ilustrado este problema podría ser superado.
La fecundación heteróloga
— Marino: Usted ha señalado también la distinción entre fecundación homóloga y heteróloga. El problema es muy discutido. Efectivamente, si el deseo de una pareja de crear una familia no se puede cumplir por causa de problemas de infertilidad o por la presencia de enfermedades genéticas en uno de los dos potenciales padres, ¿por qué no recurrir al semen o al óvulo de un individuo externo a la pareja? ¿No podría representar una solución para lograr aquel deseo de familia? ¿El patrimonio genético cuenta más? Reflexionando sobre este asunto, mi primera evaluación sería a favor de la fecundación heteróloga, si ésta es el único medio para tener un niño y si para la mujer es importante tener un embarazo. Pero me he enfrentado también con quien sostiene que no es raro que la fecundación heteróloga introduzca un desequilibrio en la pareja entre el progenitor biológico, el que transmite al hijo parte del propio ADN, y el otro. Algunos estudios publicados en revistas científicas y realizados en países donde se permite la fecundación heteróloga, han evidenciado que se puede efectivamente crear en la familia nuclear un desequilibrio psicológico en favor del progenitor que ha trasmitido al hijo una parte de su patrimonio genético, como si un progenitor fuera más valioso de alguna manera que el otro. Otra cuestión se refiere a la transparencia: ¿el niño que nace de una fecundación heteróloga debería ser informado? Y, si la respuesta es afirmativa, ¿es justo seguir un curso que puede crear traumas psicológicos, aun cuando nazca del deseo de tener un hijo? ¿Prohibir por ley el recurso a la fecundación heteróloga significa limitar la libertad de los ciudadanos o la prohibición debiera ser interpretada como una salvaguarda para el futuro de quien vendrá después de nosotros? — Martini: Las objeciones de naturaleza psicológica que usted ha recordado están entre los motivos que han impedido a no pocos proceder por la vía de la fecundación heteróloga, aun cuando esto pueda implicar sufrimientos para algunos. Se agrega, desde el punto de vista ético, la protección de la relación privilegiada que con el matrimonio se instituye entre un hombre y una mujer. Sin embargo, mis reflexiones personales también incluyen las situaciones que se crean con las varias formas de adopción y de custodia, donde es posible establecer más allá del patrimonio genético una verdadera relación afectiva y educativa con los que no son los padres en el sentido físico del término. Por lo tanto, yo sería prudente en expresar mis opiniones sobre los casos que usted trae a colación, donde no es posible recurrir al semen o al óvulo de la misma pareja. Tanto más cuando se trata de decidir la suerte de embriones que de otra manera están destinados a perecer y cuya inserción en el seno de una mujer, incluso soltera, parecería preferible a su pura y simple destrucción. Me parece que estamos en esas áreas grises de las que hablé antes, en las que la probabilidad mayor está todavía de parte del rechazo a la fecundación heteróloga, pero en las cuales no es quizás oportuno mostrar una certeza que está todavía esperando confirmación y experimentación.
La investigación sobre las células madre embrionales
— Marino: Los problemas relacionados con los embriones también han suscitado ásperas discusiones sobre el uso con fines de investigación de las células madre tomadas de embriones. El referéndum sobre procreación terapéuticamente asistida de junio de 2005 pedía, entre otras cosas, abolir el artículo de la ley número 40 que prohíbe el uso de estas células madre. Desde el punto de vista científico se presume, aunque no esté todavía confirmado, que las células madre embrionales son las más adecuadas a los fines de la investigación, para identificar terapias de cura de enfermedades muy graves, desde el Parkinson al Alzheimer, etc. Existen otros tipos de células madre, obtenidas de tejidos del adulto o del cordón umbilical, que ya se están utilizando con un cierto éxito. Casi todos los investigadores concuerdan en el hecho de que no es necesario crear embriones con el único propósito de obtener células madre: el material celular para la investigación puede ser adquirido y, además, estudios muy recientes hechos con ratas han demostrado la posibilidad de obtener células que tengan las mismas características de las células madre embrionales sin tener que crear embriones. Queda sin resolver la cuestión de los embriones preservados en las clínicas para la infertilidad y que muy probablemente no serán nunca utilizados por ninguna pareja. Su fin es claro, pero ¿es mejor dejarlos morir en el frío o utilizar sus células preciosas para propósitos de la investigación? En una visión religiosa ortodoxa, se trata de vidas y como tales no se pueden suprimir para obtener las células para propósitos terapéuticos, aun cuando un día esos embriones serán de todas maneras destruidos. Se trataría de la distinción entre matar y dejar morir. ¿Este punto es éticamente superable? ¿No es oportuno pedir la donación de las células madre embrionales para destinarlas a los laboratorios para apoyar la investigación de enfermedades hoy incurables? — Martini: Antes que nada estoy impresionado por la prudencia con que usted habla de la eficacia terapéutica de las células madre. Me parece entender que estamos todavía en el campo de la investigación y que por tanto no es honesto propagar certezas sobre la eficacia curativa de estas células antes que esto esté debidamente probado. Me alegro también por el hecho de que ya no se considera necesario crear embriones con el fin de producir células madre y que se han elaborado métodos alternativos que no ponen problemas a la conciencia. Es un motivo más para tener confianza en la inteligencia que el Señor ha dado al hombre para que supere los problemas que la vida pone. En el nombre de esta misma inteligencia es que no veo posible pensar en una utilización de células madre embrionales para la investigación. Esto iría contra todos los principios expuestos hasta este punto.
Los embriones congelados
— Marino: Su respuesta me permite ampliar la reflexión sobre el destino de los embriones existentes, también más allá de cuanto se ha conjeturado más arriba. Al no ser utilizados, ¿qué sería ético hacer? No se ha identificado actualmente una solución, salvo la de abandonar las probetas en los congeladores. ¿Pero es éticamente correcto y aceptable tolerar que millares de embriones humanos queden congelados en las clínicas para la infertilidad, esperando simplemente que, con el pasar de los años, expiren en el frío? ¿No podrían, por ejemplo, ser destinados a mujeres solteras que desean tener un embarazo? ¿O a parejas con problemas ligados a enfermedades genéticas que no pueden recurrir a la fecundación artificial normal para evitar el riesgo de transmisión del defecto genético? —Martini: Me parece que estamos aquí frente a un conflicto de valores, que es más evidente en el caso de la mujer soltera que desea tener un embarazo, pero que también existe, por los motivos antes expuestos, en parejas que por graves razones médicas no pueden recurrir a la fecundación artificial normal. Donde hay un conflicto de valores, me parecería éticamente más significativo propender hacia aquella solución que permite que una vida prospere antes que dejarla morir. Pero comprendo que no todos tendrán este parecer. Solamente querría evitar que chocásemos en base a principios abstractos y generales allí donde, en cambio, estamos en una de estas zonas grises a las que es apropiado entrar libres de juicios apodícticos.
Adopciones por solteros
— Marino: Hay también otros problemas relacionados con el desarrollo de la vida, en particular respecto al cuidado que la sociedad debe tener a favor de los niños que no tienen una familia. En estos casos se abre la posibilidad y la utilidad, más aún, casi la necesidad de una adopción. Hoy, en Italia, las adopciones no están permitidas a las personas solteras y, más en general, la legislación es muy compleja y hace difícil cada clase de adopción. Desde el punto de vista ético, me pregunto si es preferible que un niño huérfano o abandonado por sus padres pase la vida en un instituto o en la calle, en vez de tener una familia compuesta por un solo padre. ¿Estamos seguros de que es este el camino justo para garantizar el mejor crecimiento posible a ese niño? Además, cuando uno de los padres enviuda, incluso al nacer el primer hijo, nadie piensa que el niño no deba continuar viviendo en su núcleo familiar aun cuando el padre sea solo uno. Es más, la Iglesia sostiene que en presencia de un feto, en cualquier circunstancia se debe invitar a la mujer a llevar a término el embarazo, aun cuando el padre esté ausente o en contra, y, por tanto, se tratará de apoyar a una madre que de hecho será soltera. ¿Por qué entonces no apoyar incluso las adopciones para personas solteras, una vez comprobada la motivación, los medios y las capacidades del potencial padre o madre para asegurar un crecimiento sereno al niño adoptado? — Martini: Usted se pone preguntas serias y razonables respecto a un tema complejo, sobre el cual no tengo suficiente experiencia. Pero pienso que el punto de partida es la condición que usted explica al final. Hay que asegurar que quien toma la custodia del niño adoptado tenga las justas motivaciones y también los medios y las capacidades para garantizar un crecimiento sereno. ¿Quién satisface estas condiciones? Ciertamente, en primer lugar, una familia compuesta por un hombre y una mujer que tengan sabiduría y madurez y que también puedan garantizar una serie de relaciones intrafamiliares aptas para hacer crecer al niño desde todos los puntos de vista. Faltando esto, está claro que también otras personas, en el límite también las solteras, podrían dar de hecho algunas garantías esenciales. No me cerraría por esto a una sola posibilidad, pero dejaría a los responsables ver cuál es de hecho la mejor solución, aquí y ahora, para este niño o niña. El objetivo es garantizar el máximo de condiciones favorables concretamente posibles. Por eso, cuando existe la posibilidad de elegir, se debe elegir la mejor.
Aborto
— Marino: Uno de los temas más difíciles de enfrentar, sobre el cual se nos pregunta continuamente, justamente por lo delicado y complejo, es el aborto. En Italia, el Estado ha regulado la materia, esforzándose por conjugar el principio de la autodeterminación de las mujeres con la libertad de conciencia de los médicos que pueden elegir la objeción. En estos años, en Italia hemos podido constatar los efectos de la legislación sobre el aborto. Así como todos reconocemos que el aborto constituye siempre una derrota, nadie puede negar que la ley ha permitido reducir el número global de abortos y tener bajo control los abortos clandestinos, evitando poner en riesgo la vida de las mujeres expuestas a graves desastres, como las perforaciones del útero hechas por 'parteras' para inducir el aborto. ¿Cuál es la posición de la Iglesia frente a casos extremos, como una mujer que ha sido violada, un embarazo de una adolescente de once o doce años, una mujer sin las posibilidades económicas de criar un niño? Si se admite el principio de la elección del mal menor y, como sugiere la Iglesia católica, el de confiar la decisión a la conciencia individual (conciencia perpleja: aquella condición en la que un hombre o una mujer a veces se encuentran cuando deben afrontar situaciones que hacen que el juicio moral sea incierto y difícil la decisión), ¿no sería éticamente correcto explicar abiertamente este punto de vista? ¿Y sostenerlo también públicamente? — Martini: El tema es muy doloroso y causa un gran sufrimiento. Ciertamente, en primer lugar, es necesario querer hacer todo cuanto sea posible y razonable por defender y salvar cada vida humana. Pero esto no quita que se pueda y se deba reflexionar sobre situaciones muy complejas y diversas que pueden ocurrir, y razonar buscando en cada cosa lo que es mejor y sirve más concretamente para proteger y promover la vida humana. Pero es importante reconocer que la prosecución de la vida humana física no es en sí misma el principio primero y absoluto. Sobre este está aquel de la dignidad humana, dignidad que en la visión cristiana y de muchas religiones comporta una apertura a la vida eterna que Dios promete al hombre. Podemos decir que aquí está la definitiva dignidad de la persona. Pero incluso los que no comparten nuestra fe pueden comprender la importancia de este fundamento para los creyentes y la necesidad en cualquier caso de tener razones de fondo para sostener siempre y en todo lugar la dignidad de la persona humana. Las razones de fondo de los cristianos están en las palabras de Jesús, quien afirmaba que “la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido” (cfr. Mateo 6, 25), pero exhortaba a no tener miedo “de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma” (cfr. Mt 10, 28). La vida física debe ser respetada y defendida, pero no es el valor supremo y absoluto. En el evangelio según Juan, Jesús proclama: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn 6, 25). Y san Pablo agrega: “Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” (Rom 8, 18). Por tanto, hay una dignidad de la existencia que no se limita sólo a la vida física, sino que mira a la vida eterna. Dicho esto, me parece que incluso en un tema doloroso como el del aborto (que, como usted dice, representa siempre una derrota) es difícil que un Estado moderno no intervenga al menos para impedir una situación salvaje y arbitraria. Y me parece difícil que, en situaciones como las nuestras, el Estado no pueda no poner una diferencia entre actos punibles penalmente y actos que no es conveniente perseguir penalmente. Esto no quiere decir, de ninguna manera, 'licencia para matar', sino solo que el Estado prefiere no intervenir en todos los casos posibles, pero se esfuerza por disminuir los abortos, impedirlos con todos los medios, sobre todo después de cierto periodo de tiempo desde el inicio del embarazo, y se esfuerza en disminuir todo lo posible las causas del aborto y en exigir las precauciones para que la mujer que decida, a pesar de todo, cometer este acto, en particular en los tiempos no punibles penalmente, no resulte gravemente dañada en lo físico hasta con peligro de muerte. Esto sucede, en particular, como usted lo recuerda, en el caso de los abortos clandestinos, y entonces, considerando todo, es positivo que la ley haya contribuido a reducirlos y eventualmente a eliminarlos. Comprendo que en Italia, con la existencia del Servicio Sanitario Nacional, esto comporte una cierta cooperación de las estructuras públicas con el aborto. Veo toda la dificultad moral de esta situación, pero en este momento no sabría qué sugerir, porque probablemente cada solución que se quisiera buscar comportaría aspectos negativos. Por esto el aborto es siempre algo dramático, que no puede de ninguna manera ser considerado como un remedio a la sobrepoblación, como me parece que sucede en ciertos países del mundo. Naturalmente, no pretendo incluir en este juicio esas situaciones límite, extremadamente dolorosas y también quizás raras, pero que pueden presentarse de hecho, en las que un feto amenaza gravemente la vida de la madre. En estos y similares casos, me parece que la teología moral desde siempre ha sostenido el principio de la legítima defensa y del mal menor, aun cuando se trate de una realidad que muestra el dramatismo y la fragilidad de la condición humana. Por eso, la Iglesia también ha declarado heroico y ejemplarmente evangélico el gesto de aquellas mujeres que han elegido evitar cualquier daño a la nueva vida que llevan en su seno, aun al costo de perder la propia vida. Pero no puedo aplicar este principio de la legítima defensa y/o del mal menor a los otros casos extremos que usted ha planteado, ni me serviría del principio de la conciencia perpleja, que no se bien qué significa. Me parece que incluso en los casos en que una mujer no puede, por diversos motivos, tener el cuidado de su niño, no deben faltar otras instancias que se ofrezcan para criarlo y cuidarlo. Pero, en todo caso, sostengo que sea respetada cada persona que, quizás después de mucha reflexión y sufrimiento, sigue su conciencia en estos casos extremos, incluso si decide hacer algo que yo no siento que pueda aprobar.
¿Compensaciones por la donación de órganos?
— Marino: Hay un tema que me toca de cerca, dado que por más de veinticinco años me ocupo de transplantes de órganos. Gracias a los transplantes, hoy miles de personas, de otra manera destinadas a una muerte segura, se sanan y llevan una existencia plena desde todos los puntos de vista. El límite principal para una mayor difusión de esta terapia está ligado al insuficiente número de donaciones y, por tanto, de órganos para trasplantar y, en consecuencia, muchas personas mueren en lista de espera. Para aumentar el número de donantes, en algunos países y principalmente en Gran Bretaña, se ha avanzado la hipótesis de establecer una compensación para las familias que aceptan donar los órganos del propio pariente después de la muerte. La duda está en si es éticamente correcto proponer ventajas materiales o dinero a cambio de la donación de los órganos. Se podría de esta manera probablemente aumentar el número de donaciones y de los transplantes y responder así a las exigencias de los enfermos que esperan en lista un órgano que salvará sus vidas. Pero esta hipótesis contiene en sí el presupuesto para un comportamiento desigual. ¿No se corre el riesgo de instaurar una situación en que solo los menos afortunados, incentivados por una compensación, estarán dispuestos a donar los órganos, mientras que los más ricos se limitarán a recibirlos? ¿Y la donación, en cuanto tal, no debería siempre y solo basarse en el principio de la igualdad? — Martini: Personalmente siento mucho lo que usted afirma al final, es decir, la importancia del principio de la igualdad y los peligros gravísimos de una hipótesis de retribución por los órganos. Me parece que el camino es, en cambio, el de promover lo más posible el principio de la donación y hacer que crezca la conciencia colectiva sobre este punto. Realmente es de desear que nadie más muera en lista de espera, habiendo órganos disponibles.
VIH y sida
— Marino: La cuestión de la igualdad nos lleva directamente a preguntarnos sobre problemas y enfermedades que afligen a millones de personas en todo el mundo, sobre todo en los países más pobres y en desventaja para los cuales la idea de igualdad sigue siendo un sueño muy lejano o una mera utopía. ¿Cómo no pensar de inmediato en el sida? Cerca de 42 millones de personas en el mundo son portadores del virus VIH. Sólo en el 2005, según los datos entregados por las agencias de la ONU, tres millones de personas murieron de sida mientras se registran cinco millones de nuevos infectados. El 60 por ciento de los portadores del virus vive en los países más pobres del África subsahariana, con una incidencia media en la población de entre el 5 y el 10 por ciento y que llega hasta el 25-30 por ciento en algunos países como Botsuana o Zimbabue. El VIH es la plaga de un continente que genera no solo enfermos sino también huérfanos, pobreza, imposibilidad de mejorar las condiciones de vida. En el mundo occidental, hoy el virus es mantenido bajo control gracias a los progresos en las terapias farmacológicas que permiten a un seropositivo llevar una existencia del todo normal, con una expectativa de vida parangonable a la de las personas no afectadas por el virus. Hasta hace unos pocos años, el costo anual en fármacos de una persona seropositiva giraba entorno a los diez mil euros, una cifra prohibitiva, que podía ser sostenida solo por los países donde existía un sistema sanitario nacional. Hoy los precios, en régimen de competencia, han sufrido una caída, hasta llegar a mediados de 2003 a 700 euros para los fármacos de marca (producidos por las multinacionales farmacéuticas) y en torno a 200 euros para los genéricos de fabricación india, brasileña y tailandesa. No obstante, estos importantes pasos adelante, en muchos países africanos el gasto per cápita en salud no supera los 10 dólares al año por lo cual, de hecho, el acceso a los fármacos y a las terapias para combatir el sida es negado y el virus continúa difundiéndose. Sabemos que el sida, en parte, se puede combatir con la prevención y el uso de los profilácticos. ¿Cómo puede ser aceptable no promover el uso del profiláctico para contribuir a controlar la difusión del virus? ¿Es o no es un deber de los gobiernos hacer opciones y tomar decisiones sobre este tema? Y, respecto de la doctrina oficial de la Iglesia católica, ¿no se trataría, por tanto, de optar por un mal menor y contribuir a la salvación de tantas vidas humanas? — Martini: Las cifras que usted cita provocan turbación y desolación. En nuestro mundo occidental es bastante difícil darse cuenta de cuánto se sufre en ciertas naciones. Habiéndolas visitado personalmente, he sido testigo de este sufrimiento, soportado por los más con gran dignidad y casi en silencio. Es necesario hacer de todo para combatir el sida. Ciertamente el uso del profiláctico puede constituir en ciertas situaciones un mal menor. Después está la situación particular de esposos, uno de los cuales está infectado de sida. Este está obligado a proteger a la pareja y ésta también debe poder protegerse. Pero la cuestión es más bien si conviene que sean las autoridades religiosas las que promuevan un determinado medio de defensa, casi como si se creyera que los otros medios moralmente sostenibles, comprendida la abstinencia, deberían ser puestos en segundo plano, corriendo el riesgo de promover una actitud irresponsable. Una cosa es, por tanto, el principio del mal menor, aplicable en todos los casos previstos por la doctrina ética, y otra el sujeto a quien toca expresar tales cosas públicamente. Creo que la prudencia y la consideración de las diversas situaciones locales permitirán a cada uno contribuir eficazmente en la lucha contra el sida, sin con esto favorecer los comportamientos irresponsables.
El fin de la vida
— Martini: Creo que ha llegado el momento en nuestro diálogo de pasar a otra serie de problemas que conciernen a la vida, y precisamente aquellos que se refieren al fin de ella. Es necesario vivir con dignidad, pero, para esto, morir también con dignidad. Ahora, como usted sabe, aquí se plantean, sobre todo en Occidente, problemas muy graves. — Marino: Ciertamente usted está pensando antes que nada en la eutanasia, una palabra en torno a la cual se crea siempre mucha confusión atribuyéndole diversos significados. Por eso, prefiero no hablar en abstracto, sino expresarme de manera muy concreta. ¿Se puede o no admitir que una persona induzca voluntariamente la muerte de otra, gravemente enferma y presa de dolores físicos devastadores, para aliviar este dolor? Frente a una situación irreversible en que la muerte es inevitable, sostengo que es absolutamente necesario suministrar fármacos como la morfina, que alivian el dolor y acompañan al enfermo con mayor tranquilidad en el paso de la vida a la muerte. Es lo que se hace, en estas dramáticas circunstancias, en todas las reanimaciones en los Estados Unidos. Yo mismo, aunque sufriendo, pues un médico querría siempre poder salvar la vida de sus pacientes, mientras trabajaba en Estados Unidos, he decidido diversas veces suspender todas las terapias. Es un momento doloroso para la familia y, le aseguro, también para el médico, pero es una honesta aceptación de que no se puede hacer nada más salvo evitar prolongar sufrimientos inútiles y lesivos de la dignidad del paciente. En este propósito, Italia se ve todavía gravemente carente, en ausencia de una ley que regule la materia, al punto de que si yo siguiera el mismo tipo de procedimiento en nuestro país podría ser arrestado y condenado por homicidio, cuando solo se trata de no ensañarse con terapias sin sentido. En cambio, no estoy de acuerdo en suministrar una sustancia venenosa para provocar la detención del corazón del enfermo y así inducir su muerte. Y, aunque condenando el gesto, no estoy sin embargo seguro de que se pueda condenar a la persona que lo cumple. Doy un ejemplo: en un reciente filme vencedor del premio Oscar, titulado One Million Dollar Baby, se describe el drama de una mujer reducida a un estado semivegetativo después de un grave accidente deportivo, que pide a un hombre, la persona más significativa en su vida, ayudarla a poner fin a su sufrimiento físico y psicológico. Inicialmente el hombre se rehúsa, después acepta porque considera que hacerlo es un acto de amor extremo hacia el ser humano que más considera. Aunque no logro justificar la idea de la supresión de una vida, me pregunto: en situaciones similares, ¿cómo se puede condenar el gesto de una persona que actúa por petición de un enfermo y por puro sentimiento de amor? Y, por otra parte, ¿es lícito admitir el principio de no condenar a una persona que mata? — Martini: Estoy de acuerdo con usted en que no se puede nunca aprobar el gesto de quien induce la muerte de otros, en particular si es un médico, que tiene como objetivo la vida del enfermo y no la muerte. Pero tampoco quisiera condenar a las personas que realizan un gesto similar a pedido de una persona reducida a los extremos, y por puro sentimiento de altruismo, como tampoco a aquellos que en condiciones físicas y psíquicas desastrosas lo piden para sí mismos. Por otra parte, considero que es importante distinguir bien los actos que dan vida de aquellos que dan muerte. Estos últimos no pueden ser nunca aprobados. Sobre este punto considero que debe siempre prevalecer aquel sentimiento profundo de confianza fundamental en la vida que, a pesar de todo, encuentra un sentido en cada momento de la existencia humana, un sentido que ninguna circunstancia por adversa que sea puede destruir. Sin embargo, sé que pueden venir las tentaciones de desesperación sobre el sentido de la vida y considerar el suicidio para sí o para otros, y por eso rezo en primer lugar por mí y después por los otros para que el Señor nos proteja a cada uno de nosotros de estas terribles pruebas. En todo caso, es importantísimo estar cerca de los enfermos graves, sobre todo en estado terminal, y hacerlos sentir que se los quiere y que su existencia tiene, sin embargo, un gran valor y está abierta a una gran esperanza. En esto también un médico tiene una importante misión.
Medidas para prolongar la vida e interrupción del tratamiento
— Marino: Relacionado con este tema está el encarnizamiento terapéutico. La tecnología actual es capaz de mantener con vida a enfermos que hasta hace pocos años ni siquiera eran llevados a la sala de reanimación. El progreso científico permite prolongar artificialmente también la vida de una persona que ha perdido toda esperanza de recuperar condiciones de salud aceptables. Por esto parece urgente afrontar el problema de la interrupción de las terapias. Cada forma de ensañamiento terapéutico debería evitarse porque se opone al respeto de la dignidad humana. Para la Iglesia, la suspensión de las terapias es considerada como aceptación de un hecho natural, un no encarnizarse más. El Catecismo de la Iglesia católica dice: 'La interrupción de procedimientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados respecto a los resultados esperados puede ser legítima. En tal caso se tiene la renuncia al ensañamiento terapéutico. No se quiere de esta manera procurar la muerte: se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si tiene la competencia y la capacidad, o, si no, por aquellos que tienen legalmente el derecho, respetando siempre la razonable voluntad y los intereses legítimos del paciente'. Existen instrumentos legales, como el testamento biológico, que permiten al propio individuo indicar con precisión, y en un momento de tranquilidad emotiva, hasta qué punto desea aceptar el recurso a terapias extraordinarias. El testamento biológico representa un instrumento muy válido para ayudar al médico y a la familia a tomar la decisión final. Debería basarse en reglas flexibles y señalar también una persona de confianza en condiciones de interpretar la voluntad de ese individuo, teniendo en cuenta los posteriores progresos de la ciencia. Muchos países lo han adoptado con buenos resultados. En Italia fue presentado un proyecto de ley al Senado hace mucho tiempo, pero todavía espera para ser discutido. ¿No sería el momento de comenzar una reflexión seria y compartida para introducir lo antes posible también en nuestro país una legislación acerca del fin de la vida, es decir, de uno de los momentos más importantes de nuestra existencia? — Martini: El texto citado por usted del Catecismo de la Iglesia católica me parece suficiente respecto a este propósito. Si se quisiera legislar sobre este punto es, sin embargo, importante que no se introduzcan brechas para la eutanasia, de la que hemos hablado antes. Por esta razón tampoco estoy seguro sobre el instrumento del testamento biológico. No he estudiado el tema y no sabría dar un parecer decisivo. Sostengo con usted que una reflexión seria y compartida sobre el fin de la vida podría ser útil, siempre que sea justamente seria y compartida y no se preste a especulaciones partidarias y, sobre todo, no introduzca de alguna manera brechas ante aquella decisión sobre la propia muerte que repugna al sentido profundo del bien de la vida, como he dicho antes.
La ciencia y el sentido del límite
— Marino: Como conclusión, quisiera proponer una reflexión más general. El conocimiento, el progreso científico, el avance tecnológico crean extraordinarias oportunidades de crecimiento para nuestro planeta pero, al mismo tiempo, ponen en las manos de los investigadores y científicos un gran poder, ligado al hecho de que están en condiciones de intervenir en los mecanismos que regulan el inicio de la vida y de su fin. La ciencia corre más veloz que el resto de la sociedad y también que los parlamentos, encargados de fijar las reglas, pero la mayoría de las veces incapaces de intervenir oportunamente. A mi modo de ver, se debería requerir con firmeza una asunción de responsabilidad a cada científico envuelto en un campo de investigación que interviene en la esencia de la vida, en su creación y en su fin. Dejando intacto el que la evaluación racional es indispensable, el arbitrio del investigador debería estar disciplinado también por el sentido de responsabilidad equilibrado por la evaluación de los riesgos y sus consecuencias. No se trata de apelar a la fe o a la religión, sino de enfatizar la toma de conciencia por parte de cada científico. Esto no significa querer detener el progreso científico sino preservar y respetar nuestro bien más precioso, el de la vida. La historia, sin embargo, nos enseña que apelar a la responsabilidad individual a veces no basta. Por eso, los científicos deben entregar toda información útil y al final deberán ser los parlamentos, o mejor, las instituciones supranacionales, las que fijen las reglas sobre la base del sentir común de los ciudadanos. — Martini: Todos nos maravillamos y nos llenamos de estupor, y por tanto también de gratitud a Dios, por el formidable progreso científico y tecnológico de estos años que permite y permitirá siempre más y mejor proveer por la salud de la gente. Al mismo tiempo estamos conscientes, como usted dice, del gran poder que está en las manos de investigadores y científicos y de la firme asunción de responsabilidad que les debe permitir investigar evaluando siempre los riesgos y las consecuencias de sus acciones. Estas acciones deben siempre contribuir al bien de la vida y nunca a lo contrario. Por eso, deben también algunas veces saber detenerse y no sobrepasar el límite. Yo me inclino por cultivar la confianza en el sentido de responsabilidad de estos hombres y quisiera que tuvieran esa libertad de investigación y de propuestas que permite el avance de la ciencia y de la técnica, respetando al mismo tiempo los parámetros infranqueables de la dignidad de cada existencia humana. Se también que no se puede detener el progreso científico, pero se lo puede ayudar a ser cada vez más responsable. Como usted dice, no se trata de apelar a la fe o a la religión, sino de enfatizar el sentido ético que cada uno tiene dentro de sí. Ciertamente, también leyes buenas y oportunas pueden ayudar, pero como usted afirma, la ciencia corre hoy más veloz que los parlamentos. Se exige, por tanto, un sobresalto de conciencia y una más que buena voluntad para hacer así que el hombre no devore al hombre, sino que lo sirva y lo promueva. También las instituciones supranacionales deben tomar conciencia del peligro que todos corremos y de la necesidad de intervenciones oportunas y responsables. En toda esta materia se necesita que cada uno haga su parte: los científicos, los técnicos, las universidades y los centros de investigación, los políticos, los gobiernos y los parlamentos, la opinión pública y también las iglesias. En lo que concierne a la Iglesia católica, querría subrayar sobre todo su tarea formativa. Ella está llamada a formar las conciencias, a enseñar el discernimiento de lo mejor en cada ocasión, o entregar las motivaciones profundas para las acciones buenas. Desde mi punto de vista no servirán tanto las prohibiciones y los no, sobre todo si son prematuros; aunque algunas veces sea necesario saberlos decir. Pero servirá sobre todo una formación de la mente y del corazón para respetar, amar y servir la dignidad de la persona en todas sus manifestaciones, con la certeza de que cada ser humano está destinado a participar de la plenitud de la vida divina y que esto puede requerir también sacrificios y renuncias. No se trata de oscilar entre rigorismo y laxismo, sino de entregar las motivaciones espirituales que inducen a amar al prójimo como a sí mismo, es más, como Dios nos ha amado, y también a respetar y a amar nuestro cuerpo. Como afirma san Pablo, el cuerpo es para el Señor y el Señor es para el cuerpo. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habita en nosotros y que recibimos de Dios: por eso no nos pertenecemos a nosotros mismos y somos llamados a glorificar a Dios en nuestro cuerpo, es decir, en la totalidad de nuestra existencia en esta tierra (cfr. 1 Cor 6, 13.19-20).
posted by Tadeo Infante @ 5:12 PM, ,
Reforma a la LOCE: el Proyecto de 1992
Thursday, June 22, 2006
La Presidenta de la República Michelle Bachelet en su discurso por televisión del primero de junio anunció el envío de un proyecto de reforma al Parlamento para el mes próximo en el que se consagrará “el derecho de todo ciudadano a una educación de calidad, que no se contrapone con una libertad de enseñanza”.
Ante consultas de prensa, el ex Presidente Ricardo Lagos recordó su preocupación sobre el tema siendo Ministro de Educación del Presidente Patricio Aylwin, lo que se materializó con el envío de una “modificación muy completa de la ley”, introducida en la Cámara de Diputados el 10 de septiembre de l992, la que lleva, además, la firma del entonces Ministro de Defensa Patricio Rojas, por cuanto el proyecto incluía también disposiciones sobre instituciones de educación superior de las Fuerzas Armadas, que posteriormente se desglosaron y dieron lugar a la Ley 19.584 de 1998.
En mi carácter de Subsecretario de Educación de la época me correspondió participar en la gestación del proyecto, que incluyó diversos aportes y un largo proceso de consultas, así como en las explicaciones ante el Congreso, las que se continuaron siendo ya Ministro del ramo Jorge Arrate, sin que llegara a votarse. De alguna forma, este único de esfuerzo de reforma amplia de la LOCE tuvo el carácter de proyecto matriz de otros posteriores que se concretaron en algunos cambios puntuales y leyes específicas.
Desafíos y Debate Actual
Dada la importancia que asignamos como país a la educación para el desarrollo de todas las personas, la igualdad de oportunidades y nuestra inserción y competitividad a nivel internacional, está abierto el desafío de arribar a consensos sobre esta materia, aún considerando que por implicar definiciones básicas sobre el tema surjan diferencias de carácter doctrinario o filosófico.
El académico Juan E. García Huidobro, quien fuera un destacado directivo del Ministerio de Educación en los 90, se ha preguntado en una columna periodística con qué criterio se revisará la LOCE, indicando que a su juicio en Chile “el derecho a la educación está subordinado a la libertad de enseñanza, lo que provoca que se den situaciones impensadas”. José Joaquín Brunner ha señalado que la LOCE tiene un ”déficit de origen” que hace que “goce de poca legitimidad social” y advierte que los cambios legales pueden ser razonables a condición de tener como base un “amplio consenso de política educacional, cosa nada fácil de obtener”.
Senadores de oposición se han adelantado a afirmar que rechazarán los intentos de debilitar la libertad de enseñanza a través de la reforma a esta ley, actitud que no es nueva y que se adelanta no sólo al envío del proyecto sino también a la constitución del Comité Asesor Presidencial anunciado por la Presidenta Bachelet. La Presidenta de la República apuntó, justamente, en la línea de que “se forje una visión consensuada” de éste y otros temas.
El Proyecto LOCE de 1992
¿Qué elementos podemos extraer de la experiencia del proyecto de l992 con miras a esa visión compartida?
El objetivo de la LOCE conforme al artículo l9 número 11 de la Constitución incide en la determinación de requisitos mínimos que deben exigirse en cada uno de los niveles de la educación, las normas objetivas que permitan al Estado velar por el cumplimiento de esos objetivos y los requisitos para el reconocimiento oficial de los establecimientos de todo nivel.
El proyecto de l992, al igual que la LOCE misma, es mucho más detallado en lo que respecta a la educación superior y sus distintas modalidades y niveles, en lo que tiene carácter sustitutivo. Aborda, también diversas definiciones en el ámbito de la educación general, materia del debate actual y a la que apuntan nuestras observaciones.
En el Mensaje del proyecto, el ex Presidente Aylwin reitera la prioridad de la educación, el objetivo de “alcanzar mayores grados de equidad y calidad” y que “las necesidades de crecimiento de las personas y sus requerimientos de integración social, la afirmación de la democracia, el crecimiento económico y la competitividad del país, son aspectos de importancia estratégica para los propósitos del sector. Una educación de calidad, moderna y con pluralidad de opciones es un factor esencial para el desarrollo de nuestra sociedad”.
Entre las “ideas fundamentales” del proyecto contenidas en el Mensaje, “se precisa la responsabilidad estatal en un régimen de libertad de enseñanza, la cual consiste en otorgar especial protección al ejercicio del derecho a la educación mediante la exigencia de las normas mínimas necesarias que garanticen la seriedad de las instituciones que ofrecen servicios educacionales”.
Consecuente con estos enunciados, el proyecto de ley contiene algunas disposiciones que resultan de interés para el debate actual:
- Se complementa en el artículo tercero de la ley vigente el deber del Estado de “resguardar especialmente la libertad de enseñanza”, con el de contribuir “a un igualitario acceso a todos los niveles de enseñanza…” y “velar porque las instituciones educativas que gocen de reconocimiento oficial cumplan con las regulaciones establecidas en la presente ley”.
- Una disposición nueva señala diversas capacidades que deben lograr los educandos en los niveles parvulario, básico y medio, según el nivel en que se encuentren, en aspectos tales como: la valoración y el respeto a la vida; comprender la realidad en su dimensión personal, social, natural y trascendente; conocer y apreciar nuestro legado histórico-cultural y conocer la realidad nacional e internacional; valorar el trabajo como esfera de realización personal; desarrollar actitudes de protección y cuidado al medio ambiente. Igualmente, promover el desarrollo del espíritu de iniciativa individual y las capacidades de emprender y compartir; capacitarse para una integración activa en la familia y en la sociedad; comprender el modo de convivencia democrática, practicar formas de relación interpersonal basados en el respeto de la dignidad de cada persona y conductas que contribuyan al respeto de los derechos humanos; entre otros. Cabe señalar, que algunos de estos elementos se incorporaron años mas tarde como objetivos transversales, en los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos de la educación básica y media, pero representan un lenguaje que podría ser consensuado a nivel legal.
-Un artículo nuevo definía la educación parvularia considerada “como el primer nivel de la educación nacional”, materia a la que el gobierno actual asigna la alta importancia que se merece , y fue finalmente incorporado a la LOCE una década después, mediante la ley l9.771 del año 2001.
- El proyecto de l992 propuso, dentro de un espíritu de garantía de la fe pública, algunos requisitos adicionales a los que actualmente dispone la LOCE para obtener el reconocimiento oficial: los sostenedores no debían haber sido condenados por crimen o simple delito; la aplicación de las normas mínimas nacionales sobre evaluación y promoción que se contemplaban en el propio proyecto de ley; el cumplimiento de las fechas de inicio y término del año escolar y que los establecimientos subvencionados debía cumplir con los requisitos de la ley de subvenciones.
- Se encargaba al Estado la promoción de oportunidades de educación recurrente para que las personas puedan proseguir estudios a lo largo de su vida laboral, aprovechando la educación recibida y la experiencia adquirida en el trabajo”.
-En el caso de la educación media técnico profesional (EMTP), el proyecto de l992 establecía que “podrá articularse en un conjunto de programas de duración variable, estructurado según criterios de enseñanza modular”, adelantándose a lo que años después pasó a formar parte de la nueva política de formación y capacitación técnica, que incluye a los CFT en la educación superior y calificación de competencias laborales. El proyecto se preocupaba también de la interfase de la EMTP con la educación superior, facultando al Ministerio de Educación para determinar “normas específicas relativas a los requisitos de admisión establecidos por las instituciones de educación superior”, para los egresados de esta modalidad.
Sentido y Contexto de las Reformas a la LOCE
Como se puede observar, a pesar del largo tiempo transcurrido desde el envío del proyecto de reforma de LOCE de l992, hay elementos coincidentes con las inquietudes actuales y también hay materias que se han enfrentado por otras vías, normativas y programas. Esto no es sorpresivo porque ha habido continuidad en las políticas del Ministerio de Educación y avances que son tan evidentes como las tareas que faltan por realizar – subrayadas por el actual conflicto - y que la Presidenta Bachelet y el Ministro Zilic han abordado en los últimos días.
Entre las tareas pendientes, aparece la de concordar en normas que permitan un racional equilibrio y armonía entre dos valores como son la libertad de enseñanza y el derecho a la educación y un adecuado resguardo a la fe pública involucrada en el ofrecimiento de oportunidades educativas. Todo ello en el marco de reconocimiento de la educación como un bien público que interesa a todos y a los sectores público y privado.
Es sugestivo que mientras los entorpecimientos a la libertad de enseñanza dan derecho, según la Constitución, a recurso de protección, no es así en el caso de medidas arbitrarias que afectan el derecho a la educación, lo que está en el transfondo del comentario de García Huidobro e incide en uno de los puntos planteados por la Presidenta Bachelet. Por otra parte, las prevenciones de Senadores de oposición deben transformarse en diálogo constructivo dentro del período de discusión técnica que se abre y, por supuesto, en la discusión parlamentaria.
Aspectos contenidos en el proyecto de 1992 como los relativos a determinados requerimientos para los sostenedores, pueden ser considerados en el debate actual.
En estas materias es posible, aunque complejo, lograr consensos suprapartidistas y que alcancen a los distintos sectores involucrados en la educación si se construyen las confianzas necesarias, con responsabilidades racionales y razonables del Estado , dentro del marco amplio de un orden público educacional.
El proyecto de l992 incluía también, en lo relativo a educación superior, el sistema de acreditación y aseguramiento de calidad que funciona a título experimental desde l999 y que aún no termina de obtener su reconocimiento legal, estando en la fase final de tramitación y aprobación parlamentaria.
Subyace a las demoras en este tipo de proyectos, la desconfianza y temores de que la libertad de enseñanza pueda verse afectada. Una concepción de la subsidiariedad del Estado en educación demasiado pasiva no es compatible con nuestros desafíos actuales como país, como tampoco lo sería una vuelta a la centralización y el estado docente en la forma concebida durante la vigencia de la antigua Constitución de l925. Tratar estos temas de modo abierto y sin posiciones excluyentes es básico si consideramos – como de alguna manera surge de la cita de Brunner - que estas definiciones fundamentales son necesarias, pero que lo que en definitiva va a profundizar la calidad de la educación no son las leyes, sino el esfuerzo en el establecimiento y la sala de clases, facilitado por políticas públicas adecuadas.
Políticas que Faciliten la Calidad
Esto es, políticas que involucren ideas y recursos, propuestas innovadoras y capacidad de gestión, procedimientos simplificados que faciliten la marcha de los establecimientos. Conciencia también de que la calidad de la educación es un concepto multidimensional, centrado en el aprendizaje, que supone y trasciende incluso aquellos elementos fundamentales que mide el SIMCE. Alcanza a la satisfacción de los actores, estudiantes y profesores y la formación de éstos, infraestructura, textos, currículo y ayudas estudiantiles y un ambiente y clima escolar positivo al aprendizaje, entre otros factores que requieren recursos y leyes adecuadas, pero que no se agota en ellos.
También es importante, por ejemplo, formar jóvenes autónomos y críticos como los que hemos visto en estos días.
Frente a la inquietud de los estudiantes por el aprovechamiento óptimo del tiempo adicional que permite la JEC, es posible advertir del estudio que se encargó el año pasado a especialistas de la PUC que los colegios que tienen programas adicionales, tienden a concentrarlos en materias fundamentales como son las que mide el SIMCE, por lo que, finalmente, son muchas las variables vinculadas
En suma, puede haber mas variedad en el uso del tiempo adicional posibilitado por la JEC- la que en sí, y una vez completada, será un logro considerable de la sociedad chilena. Es posible perfeccionar la LOCE en aspectos sustantivos. Con todo, el salto en la calidad- que se viene preparando desde la década pasada con resultados desiguales-, no depende sólo de leyes y normativas adecuadas a la realidad actual, aunque las supone.
La Coyuntura Actual: Aprovechar el Momento
Así, la coyuntura invita a soluciones inmediatas- la agenda corta en la que el gobierno ha dado respuestas concretas- y también a la mirada de fondo , con criterios técnicos y voluntad política.
Si con anterioridad no se han dado las condiciones para una reforma amplia de la LOCE, es posible que ahora se pueda definir una agenda básica y sustantiva a la vez, de cambios necesarios en esa normativa y otros campos.
El movimiento de los estudiantes secundarios ha concitado un interés que va mucho más allá de sus propuestas específicas y ha movilizado a estudiantes y otros sectores atraídos por la entidad, volumen y singularidad del proceso. Esto se explica , entre otros factores, por la centralidad de la educación para todas las personas, familias, empresarios, sociedad civil, la Iglesia y credos religiosos, aunque tengan visiones diferentes.
Un ejemplo: me correspondió participar hace pocos días en un foro de la Universidad Adolfo Ibáñez en Viña del Mar, invitado por un Centro de Alumnos, en el aula mayor de la universidad que estaba llena de estudiantes- y también profesores- con gran efervescencia propia de un movimiento . Los tres panelistas fuimos escuchados con atención, pero las propuestas más aplaudidas en los temas “de fondo”, eran distintas a las que parecen preconizar los líderes nacionales del movimiento secundario. No es excepcional que un movimiento social trascienda a sus gestores.
En definitiva, lo que emerge es que se han instalado temas educacionales en el debate público - con una presencia sorprendente - que deben ser discutidos a fondo, como corresponde en un sector como la educación, tan decisivo y tan sensible en las dimensiones personal y social. El momento es oportuno y hay que aprovecharlo.
Raúl Allard Neumann: académico de la Universidad Católica de Valparaíso y ex subsecretario de Educación
posted by Tadeo Infante @ 3:33 PM, ,
Chile: la equidad educativa es una decisión política
Monday, June 19, 2006
Fue según los medios, el primer conflicto importante que enfrenta el flamante gobierno de Bachelet: más de medio millón de jóvenes salieron a las calles en reclamo de una educación mejor y más igualitaria. Entre las demandas puntuales se pide la gratuidad del transporte público para los estudiantes y la eliminación del arancel en el examen que permite el ingreso a la Universidad. Más allá de los reclamos específicos, conviene atender a la legitimidad de los reclamos generales que hacen visible problemas no menores del sistema educativo chileno.
El sistema educativo chileno tiene características distintas al de nuestro país y a las de otros países de la región. Durante la dictadura se inició un proceso de reforma que llevó a conformar lo que varios autores denominan un "cuasi mercado educativo". La reforma iniciada por el régimen pinochetista buscaba disminuir el tamaño del Estado, lograr una mayor eficiencia en la asignación de recursos y disminuir el poder de negociación de los sindicatos.
Para lograr dichos objetivos se implementaron las siguientes acciones:
Todas las escuelas públicas primarias y secundarias se traspasaron desde el Ministerio de Educación a las municipalidades y/o agentes privados.
Se cambió la forma del financiamiento del sistema educativo subsidiando directamente a la demanda (modelo conocido como "vouchers"). Esto implica que el gobierno entrega a las municipalidades o a las escuelas particulares subvencionadas una determinada cantidad de dinero en función del promedio mensual de asistencia de alumnos para su sostenimiento.
Se promovió desde el Estado la creación de escuelas privadas que serían financiadas también por el gobierno mediante este sistema al igual que las escuelas municipales (públicas), disminuyendo el rol del Estado como proveedor directo del servicio.
Se modificó el esquema laboral docente: la contratación, despido, fijación del salario y demás condiciones laborales docentes pasaron a depender directamente de las municipalidades o las escuelas particulares.
Los gastos "extras" no cubiertos por el gobierno deberían ser financiados por las municipalidades o por los particulares.
Estas políticas no tuvieron como prioridad garantizar a todos los ciudadanos iguales oportunidades educativas. La equidad no suele ser una prioridad para gobiernos no democráticos. Como consecuencia, los sectores de menores recursos quedaron relegados a escuelas de menor calidad.
La instauración del régimen democrático en 1990 se propuso revertir esta situación y tomar iniciativas en pos de una mayor equidad y calidad del sistema educativo, como así también transformar los rasgos autoritarios heredados de la dictadura militar. Si bien la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) no se modificó con el advenimiento de la democracia así como tampoco los mecanismos de financiamiento, el Estado nacional tomó mayor control y protagonismo. Entre los rasgos más importantes en pos de favorecer la equidad se pueden destacar: el importantísimo esfuerzo financiero que hizo el Estado chileno por el cual el gasto en educación pasó de representar un 4% del PBI en 1990 a un 7,6% en el 2002. y los programas educativos dirigidos a las escuelas con mayor vulnerabilidad social y educativa.
Si bien los datos respecto a la mejora de la calidad no son tan alentadores, cabe destacar que la mejora en los indicadores de rendimiento interno general del sistema es notoria. Esto implica, entre otras cosas, que cada año ingresan más chicos al sistema, que permanecen más años y que desertan menos.
Sin embargo, los problemas de desigualdad en la prestación del servicio persisten. Las diferencias entre los sectores de mayores y menores ingresos es muy pronunciada y estas protestas estudiantiles alertan respecto del largo camino que queda por recorrer en pos de la equidad. Algunos datos cuantitativos corroboran esta situación de injusticia educativa: el 72% de los alumnos que abandonan la escolaridad pertenecen a los estratos socioeconómicos más bajos. Si se considera la franja de edad de 20 a 24 años, el 60% de los jóvenes del quintil más pobre de la población abandonó el nivel medio mientras que el 95% del quintil más rico finalizó sus estudios secundarios. En cuanto a la calidad, los alumnos de establecimientos municipales alcanzan en promedio entre 60 y 87 puntos menos en matemática que quienes estudian en establecimientos privados.
La persistencia de cierta normativa y de ciertas prácticas que vienen de épocas dictatoriales (la ley de educación vigente, por ejemplo) son obstáculos para una sociedad que, con un crecimiento económico sostenido, ve en la educación uno de los caminos para mejorar la calidad de vida de todos los sectores y una condición necesaria para el ascenso social.
La crisis y la lucha de los estudiantes secundarios sumadas al crecimiento económico le ofrece hoy a Chile una interesante oportunidad. El modo en que se está resolviendo el conflicto alienta una esperanza. Chile se debe la revisión de los marcos legales de un sistema gestado en épocas de dictadura, que no tenía como eje prioritario la justicia educacional y que no goza de consenso. Se debe la profundización de políticas que permitan terminar con las desigualdades existentes.
Sin embargo, cabe hacer una advertencia para quienes creen que terminando con el modelo de cuasi mercado se termina con la desigualdad. Es posible que estos modelos la obstaculicen e incluso la fomenten si no se dan ciertas condiciones como las que tienen ciertos países europeos. Sin embargo, no nos equivoquemos: un número importante de países, entre ellos el nuestro, muestran que el financiamiento de la oferta no es garantía de mayor equidad.
La equidad implica una decisión política. Requiere que la justicia educacional sea un problema prioritario de la agenda y requiere una regulación acorde. Los modelos de gobierno del sistema juegan integralmente un papel central en la provisión de equidad o inequidad. Los estudiantes nos advierten que equidad no es ni puede ser sinónimo de políticas ad hoc para compensar la desigualdad estructural que genera el propio sistema. Ojalá esta oportunidad implique cambios que nos permitan ver en Chile una sociedad en la que la igualdad de oportunidades deje de ser un sueño y se transforme en realidad.
posted by Tadeo Infante @ 2:39 AM, ,
Escuelas técnicas e industria
Sunday, June 18, 2006
En ocasión del Tercer Congreso Pymes en Acción, cuyo tema central fue el papel de las pequeñas y medianas industrias como movilizadoras del desarrollo nacional, el ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, alentó las iniciativas que profundizan las relaciones entre el sistema de enseñanza y el mundo del trabajo en las empresas.
Destacó el funcionario el hecho de la certificación de calidad de 1300 escuelas técnicas y sugirió un uso parcialmente compartido de los talleres de esos establecimientos con las pymes en los horarios que ahora no se ocupan. También hizo referencia al beneficio de las escuelas técnicas que funcionan con un criterio de unidad productiva, como es el caso de los establecimientos agropecuarios.
Filmus recordó que las expectativas proyectadas sobre el campo de la enseñanza debían tener en cuenta los tiempos que requieren los procesos educativos para alcanzar el resultado previsto, nunca menores al mediano plazo. El ritmo de las innovaciones en la organización y funcionamiento del trabajo, en cambio, y la verificación de sus logros son notoriamente más ágiles. Esta diferencia es un dato que modera el juego integrado de las aspiraciones conjuntas de un sector y otro.
Es oportuno señalar, por nuestra parte, que el mundo de la educación y el laboral son distintos, ya sea por sus objetivos, por los valores que representan y por sus métodos de trabajo. Sin embargo, esto no impide que puedan compatibilizar perfectamente proyectos y propuestas.
La escuela técnica es fuente principal de personal calificado para el desarrollo del país. El éxito de esta modalidad de la enseñanza depende de un correcto planteamiento de los objetivos por cumplir, y de la manera como, a través de los estudios y de la práctica, el alumno adquiere la capacitación general que le permite comprender y obrar en procedimientos específicos de producción.
Esa unión de conocimientos científicos y destrezas en el uso de herramientas y máquinas componen la capacitación general que se adquiere en las escueolas de educación técnica. Luego sigue la preparación que demanda en forma concreta la industria, renovadora permanente de medios y modos de producción. Por ese motivo, las habilidades últimas para ejercer un trabajo se suelen aprender dentro de la empresa. Para que esto se pueda lograr, es indispensable contar con una formación general consistente y, además, flexible, que pueda adaptarse con rapidez a las innovaciones tecnológicas que incorpora en forma constante la dinámica productiva.
Las transformaciones de la industria en nuestra época han reclamado el empleo de nuevos materiales, la renovación de las máquinas y herramientas, la incorporación de complejos sistemas cibernéticos de coordinación y control, y la intervención de modernos medios de comunicación. Todo ha contribuido a definir nuevos perfiles de técnicos y otras exigencias de formación académica.
La escuela técnica, organización abierta, se halla en continuo intercambio con el entorno. Por ello debe estar siempre dispuesta a recibir las demandas del medio y a retornarle graduados de calidad. De ahí que haya sido muy oportuno el interés de la pequeña y mediana industria por estas escuelas y por estrechar relaciones con ellas.
posted by Tadeo Infante @ 10:39 PM, ,
Educación: el "modelo" chileno
En estos días leemos en los diarios sobre la profunda crisis que sacude al sistema educativo chileno. Los estudiantes secundarios comenzaron reclamando algunas demandas puntuales (pase gratis en el transporte, gratuidad de la prueba de ingreso a la universidad, reforma de la escuela de doble turno, etc.) y terminaron exigiendo la derogación de la ley de educación.
Las reformas educativas de Chile siempre han sido seguidas de cerca por los especialistas en educación, ya sea para ensalzarlas como ejemplo de reformas modernizadoras a seguir por la región o para denostarlas como expresión de la "privatización" de la educación.
La reforma realizada bajo el gobierno de Pinochet consistió, básicamente, en descentralizar las escuelas a los municipios, derogar todo derecho laboral docente, permitir la oferta del sector privado en la educación en igualdad de condiciones compitiendo por los recursos del Estado. La clave para esto fue cambiar de raíz la forma de financiar las escuelas. El Estado pasó a pagar por alumno que asiste efectivamente a clase, sin considerar que el prestador del servicio fuera una escuela municipal o privada subvencionada.
La idea era llevar las reglas del mercado a la educación y que la competencia entre las escuelas por los alumnos redundaría en una mayor cobertura y una mejora de la calidad.
La llegada de la Concertación al Gobierno generó enormes expectativas en el mundo educativo, pero la fragilidad de la transición política y la carencia de mayoría legislativa hicieron que la ley de educación de Pinochet llegara hasta estos días.
El conflicto que ahora emerge se viene incubando desde hace años, ya que, si bien el modelo de financiamiento impulsó un aumento de la cobertura que hoy pone a Chile primero en América latina, al mismo tiempo profundizó la segmentación social al interior del sistema y además no mostró ser especialmente eficiente en términos de mejorar la calidad de la educación.
La concertación, consciente de estos problemas y de su imposibilidad de modificar la ley (se requiere 3/5 de la cámara), intentó paliar alguno de los resultados más nocivos de esta forma de organización del sistema escolar.
Estableció un estatuto docente y centralizó nuevamente las discusiones salariales para las escuelas municipales. Produjo una más que importante recuperación del salario y la dignidad profesional docente; estableció un ambicioso plan de compensación social, focalizado en las escuelas que cubren el 20% de los alumnos más pobres, estableció la doble escolaridad y un fenomenal programa de becas, comedores y libros para los alumnos.
Todas estas políticas –que preferentemente se dirigieron hacia los docentes y alumnos de las escuelas que son controladas por el municipio– en la práctica terminaron de fortalecer un sistema que, en realidad, funciona como un híbrido de dos subsistemas que tienen poco contacto entre sí y compiten por los recursos públicos: el municipal y el privado subvencionado.
¿Qué sucedió en los últimos años? Persistentemente, los alumnos se van retirando de las escuelas municipales hacia las privadas con diversas consecuencias.
En primer término, sólo los sectores más pobres y de menor capital cultural van quedando en las escuelas municipales; entonces, la rueda de la pobreza cada vez es peor: en estas escuelas, donde disminuye el número de alumnos, los resultados empeoran y esto mismo hace que nuevamente más alumnos se retiren de la escuela municipal. Y así continúa la rueda, que va deteriorando al aparato municipal. Mientras tanto, las escuelas privadas tienen una política de selección explícita e implícita de alumnos, pueden cobrarle una cuota (financiamiento compartido establecido por al concertación) y terminan entonces con más capacidad financiera y pedagógica para responder a las demandas de los padres.
¿Qué detona la crisis? A mi juicio, se debe a la confluencia de dos conflictos.
En principio, la sociedad chilena, con su espectacular crecimiento, está generando una movilidad social desconocida por las anteriores generaciones y muchos de los jóvenes secundarios sienten hoy (y sienten bien) que la educación que reciben está directamente ligada a su posición social. Estos jóvenes, que hoy tienen dieciséis años, que han vivido toda su vida en un gobierno democrático y progresista, hoy reclaman lo que les han prometido desde 1990: una educación igualitaria, para todos.
El segundo conflicto es más difícil de resolver. Lo cierto es que este sistema híbrido (compuesto por un subsistema municipal y otro privado), también expresa, a mi juicio, un acuerdo implícito que está presente en la sociedad chilena: una parte asumió la totalidad de las ideas de mercado y, en consecuencia, para ella, el tema de la equidad es una variable menos importante; otra parte de la sociedad –que tiene fuerte gravitación en el mundo educativo– todavía siente una melancolía por aquel Estado educador, fundado en ideales igualitarios, anterior a la reforma de Pinochet.
En consecuencia, no es un problema técnico el que tienen por delante en Chile. Se trata de cumplir, por un lado, con la expectativa de miles de jóvenes que hoy reclaman una educación igualitaria y, al mismo tiempo, resolver el intríngulis social en donde una parte de esta sociedad le reclama más mercado y la otra más Estado.
El autores es director del Centro de Estudios en Políticas Públicas y fue ministro de Educación de la Nación.
posted by Tadeo Infante @ 10:36 PM, ,